martes, 4 de octubre de 2011

EL ELEMENTO FUEGO.

Desde la Esencia sin forma que es el Ser Infinito, en la forma densa de la existencia finita, hay un proceso de manifestación que se mueve desde el más sutil de lo burdo y lo tangible. Cada paso o elemento es un estado del Ser.
El fuego es un paso importante en ese proceso y como tal es un potencial generalizado, que se manifiesta en diferentes grados. El fuego como un elemento codifica una función de transformación inherente en el universo, que tiene experiencia en funciones particulares en todo el cuerpo.
El fuego alumbra. La luz permite la visión. Visión ofrece una visión, la perspectiva, y la potencia de proyección. En términos de los chakras, se asocia con el tercer chakra, el Manipura, que a menudo es representado como un triángulo que apunta hacia arriba y el color rojo.
En el mundo finito de formas, el fuego es alimentado por el combustible. Fisiológicamente, es el poder de la digestión y la comida es su combustible. Emocionalmente, es la pasión y el combustible es el objeto del amor o el deseo. Psicológicamente, es conocida como la voluntad personal y el combustible es un objetivo. Cuando el fuego está presente induce un cambio dinámico, inquietud, y la purificación de la sustancia y la forma que preside.
En el reino sin forma de la experiencia, el fuego es el brillo del alma, la intuición y la intuición de la mente, y la presencia de la conciencia. Es la luz, lo que da lugar a formas. El elemento fuego nos trae la fuerza, la valentía, el coraje y la pasión por la vida. Es la energía en acción que nos motiva a levantarnos cada mañana y comenzar a trabajar.
El fuego interior nos impulsa a buscar nuevos caminos, a enfrentar nuevos retos.
El fuego puede convertirse en una experiencia avallasadora, arrebatada y desenfrenada. La naturaleza inesperada del fuego nos impulsa a guiarnos por nuestros instintos, actuar sin pensar y lanzarnos a la a ventura sin medir las consecuencias.
Cuando trabajamos con el fuego nos sentimos vigorosos, entusiastas, optimistas y creativos. La danza activa al elemento fuego, nos conecta con la alegría de vivir y con la fuerza interna.
Cuando despertamos a los seres elementales del fuego en nuestro interior estamos creando un fuego sagrado que nos calienta, reconforta y reanima a continuar la jornada cuanto estemos exhaustos. El fuego interior se convertirá en una antorcha que nos guía y nos llene de valor y coraje cuando nos sintamos temerosos y confundidos.
Con el trabajo conjunto con los elementales del fuego podemos potenciar la protección, el valor, la iniciativa, la belleza, la pasión, el entusiasmo, la capacidad de gozo, la alegría, el optimismo, la capacidad de terminar los proyectos que iniciamos, el amor por uno mismo y por los demás.
Vamos a tener la claridad y la voluntad de caminar el resto de nuestra vida conectando con nuestro Fuego Sagrado, esa antorcha que nos da el empuje que necesitamos para vivir en plena consciencia y armonía con todo lo que nos rodea y que nos guía y potencia la alegría de vivir.
El fuego en sí mismo es un elemento misterioso e hipnótico, vital y mortífero. Es importante entender que el fuego no solamente son flamas, combustión y calor, sino también luz radiante y por lo tanto este elemento tiene relación directa no sólo con el poder, sino también con la iluminación espiritual y el mundo invisible hecho visible gracias a la luz. Como dice el génesis: “Dios dijo: Haya luz.”
En el principio entonces, cuando el mundo nace, inicia una fuerte explosión luminosa, la luz que se separa de las tinieblas y la Tierra nace de la fuerza de explosiones volcánicas. El fuego entonces, también representa la poderosa fuerza vital con su indomable voluntad y determina lo que la Tierra es en su esencia.
En el nivel más profundo de la evolución los elementales del fuego son seres que existen en el centro de la tierra y presiden el destino del planeta. Son incomprensibles para la conciencia humana. En una segunda etapa de evolución llegan a la fina corteza terrestre y allí realizan distintas tareas, éstos son conocidos como Salamandras. Principalmente toman el rol del proceso de madurez, de transformación y de descomposición. Estos elementales pueden ser percibidos cuando transforman el compost en tierra fértil, o en la llama que enciende la madera o que baila sobre una vela. Ningún fuego prendería sin la intervención de estos espíritus. También son aquellos que se encuentran en el umbral entre la vida y la muerte, en el proceso de regeneración a través de la fuerza vital. En un tercer nivel de evolución existen los espíritus de la luz y la creación de la luz. Son prácticamente brillantes. Envían luz en esferas de diferentes tonos y colores. En un cuarto nivel de evolución existen los espíritus de la inspiración que encarnan el rol espiritual de este abrasador elemento en el arte y la vida en general. Son los mediadores entre las intuiciones que provienen de las altas esferas, los seres angélicos, los patrones cósmicos y los niveles materiales de la creación. Estos antiguos seres eran conocidos como Musas, quienes también transmiten las bendiciones de la Diosa. Todos estos niveles de evolución en el reino elemental están entretejidos y trabajan en cooperación, como una red, con los otros elementales (de agua, tierra y aire) para que la vida se manifieste en el mundo material.
( texto de Ciudad Virtual de la Gran Hermandad Blanca - www.hermandadblanca.org )


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