domingo, 9 de octubre de 2011

Si tene­mos fe en nosotros mismos, nuestra autoestima nos llevará al lugar donde necesitamos estar. Cuando nuestro camino nos conduce a las lecciones más difíciles de la vida, lo mejor es aprender de ellas y continuar avanzando.


Es importante reservarse un tiempo para la gratitud. Cuan­do uno mira su interior y su vida, es fácil ver antes lo malo que lo bueno. Pero recordemos que pensar negativamente disminuye nuestra confianza en nosotros mismos y empeo­ra las situaciones difíciles. Aquellas personas que creen en la idea de las profecías que llevan en si su cumplimiento comprenden que es mejor abrir la mente y el corazón a las cosas buenas que pueden suceder que a las malas. Seguro que muchos recordamos momentos simples y hermosos de la vida, como sonreír a una persona desconocida en el supermercado y recibir una sonrisa de respuesta.
Sería maravilloso que pudiéramos congelar esos momentos en el tiempo para poder apreciar plenamente el hecho de que alguien nos estreche la mano, ría con noso­tros en el cine o esté sentado en silencio a nuestro lado para consolarnos. Cada día nos ofrece un motivo de gratitud, y hemos de buscar esos momentos especiales y recordarlos. La buena salud, la capacidad de ayudar a los demás y el apoyo de los buenos amigos son motivos para estar agrade­cidos. Nada en la vida debería darse por descontado. Per­sonalmente, yo agradezco cada día a mis padres que me hayan dado la libertad de tomar mis propias decisiones en la vida. La fuerza interior viene de agarrarnos bien a la única persona que nos puede ayudar: ¡nosotros mismos!
Siempre me ha impresionado la canción «The Best Things in Life Are Free» [Las mejores cosas de la vida son gratis]. La gratitud es gratis, no cuesta nada. Los milagros de la naturaleza, como las plantas en flor, las hojas cuando adquieren los vivos colores del otoño o e! cielo azul, nos hacen pensar en los placeres sencillos de la vida. Recuerdo la vez en que una amiga mía que estaba pasando por momentos muy tristes me dijo: «Doy las gracias cuando brilla el sol, porque me da un sentimiento positivo». Son-riéndole le contesté: «El sol brilla no sobre nosotros, sino en nosotros».

Cada día al despertar doy las gracias si oigo sonar el teléfono, porque sé que es alguno de mis amigos que llama para saber si estoy bien. Doy gracias a Dios por poder mirar el lago por la ventana y comenzar cada día en paz. Muchos de vosotros disponéis de cosas semejantes, y es importantí­simo que las valoréis y agradezcáis. Aquellos que hemos tenido que esforzamos para recibir lo bueno, podemos dar las gracias por haber tenido la energía y las fuerzas sufi­cientes para luchar por aquello en lo que creíamos. Si tene­mos fe en nosotros mismos, nuestra autoestima nos llevará al lugar donde necesitamos estar. Cuando nuestro camino nos conduce a las lecciones más difíciles de la vida, lo mejor es aprender de ellas y continuar avanzando. La espe­ranza, la fe y el optimismo nos dan la fuerza necesaria para seguir adelante mañana. La vida puede ser un verdadero reto, pero nuestros sueños se harán realidad si agradece­mos lo que ya se nos ha dado.
Por último, todos podemos estar agradecidos por el valor que nos permite correr riesgos personales, ya que creer en nosotros mismos es la fuerza más importante que poseemos. Todos tenemos la capacidad de hacer acopio de amor, amistad y conocimiento antes de que la vida pase. De nosotros depende hacer el esfuerzo. Aquellos que entendemos la importancia de la gratitud podemos animar a los demás a reconocer sus momentos especiales. ¡La gra­titud es fabulosa!


SYLVIA FRIEDMAN 
"La gratitud es fabulosa"