Hable con su cuerpo humano. Dígale cuanto lo ama, tal como es; incluso a las partes enfermas o que menos le gusten. Agradézcale por estar con Usted cada vez que pueda. Pídale perdón si se ha sentido maltratado por Usted de cualquier forma. "Visite", su cuerpo humano, con amor y agradecimiento. Tome a su cuerpo como un socio en su vida, no como un sirviente. Háblele como a un amigo. Hágalo a diario (por ejemplo mientras se seca, después de una baño). Sepa que le gustan grandes cantidades de agua. Y por fin, agradézcale por llevarlo a todos lados, por ser su vehículo, por respirar, por los latidos de su corazón, y indicarle con enfermedades y dolores lo que su conciente no alcanza a enterarse.