martes, 22 de noviembre de 2011

Cuando estamos quedos, somos lo que somos más allá de nuestra existencia temporal: conciencia informe, eterna


Se ha dicho que "la quietud es el lenguaje de Dios y todo lo demás es una mala traducción". Quietud es sinónimo de espacio. Al tomar conciencia de la quietud cada vez que la encontremos en la vida podremos conectarnos con la dimensión informe y atemporal que vive en nosotros y que está más allá del pensamiento y del ego. Puede ser la quietud que invade al mundo de la naturaleza, la quietud de nuestra habitación al amanecer o los vacíos de silencio entre los sonidos. La quietud no tiene forma y es por eso que no podemos tomar conciencia de ella a través del pensamiento. El pensamiento es forma; tomar conciencia de la quietud significa estar quedos; estar quedos es estar conscientes sin pensar. En ningún otro momento somos más esencialmente nosotros mismos que cuando estamos en estado de quietud. En ese estado somos lo que éramos antes de asumir transitoriamente esta forma física y mental llamada persona. También somos lo que seremos cuando la forma se disuelva. Cuando estamos quedos, somos lo que somos más allá de nuestra existencia temporal: conciencia informe, eterna