La gratitud es nuestra manera de decir a todas las situaciones: «¡Bienvenida! ¡Te he estado esperando! Gracias por venir a ayudarme a aprender y crecer». Siempre somos más fuertes y más sabios y estamos más llenos de un sereno poder cuando afrontamos con esta actitud cada una de las lecciones de la vida. La gratitud nos demuestra, y demuestra al Universo, que confiamos en la ley espiritual de causa y efecto. Libres de temor, hacemos frente a cada situación con el conocimiento cierto de que es simplemente el efecto de nuestros pensamientos. Ninguna situación es un castigo ni una recompensa, sino sólo un efecto.
Por lo tanto, cada situación en que nos encontremos es una oportunidad para mirarnos al espejo y ver un reflejo perfecto de nuestros pensamientos. Todas las situaciones, lleven la etiqueta de positivas o negativas, son productos de lo que hemos pensado. En este Universo ordenado es imposible atraer al azar una situación que no esté en consonancia con nuestros pensamientos. Si no nos gusta la situación que hemos atraído, miremos su fuente: nuestro modo de pensar. El crecimiento espiritual se produce cuando descubrimos cuáles son los pensamientos que no nos convienen y decidimos reemplazarlos por otros más sanos. Es más o menos como quitar las malas hierbas del jardín.
Sea cual sea la forma o apariencia física de las situaciones de tu vida, considéralas como maestras enviadas amorosamente para tu mayor y mejor bien. Estas maestras son tus guías, que te ayudarán a identificar las creencias limitadoras basadas en el miedo y a liberarte de ellas. Gracias a estas maestras aprenderás a confiar y apoyarte en la fiabilidad y el amor de Dios. Y cuanto más aprendas sobre Dios, más abrirás la puerta a tu provisión de armonía y abundancia...
"Gratitud incondicional"