Hace algunos meses con mis hijos vimos una película en DVD titulada "Di que sí", con Jim Carrey como protagonista. La verdad es que pasamos un muy buen rato de risas. La trama obligaba Carrey a decir siempre "SÍ". Esto se complicaba en oportunidades en que normalmente hubiera dicho NO. Y esos obligados SÍ daban lugar a una variada gama de cómicos altercados, porque el personaje lograba adoptar posturas o tomar decisiones que normalmente, de manera rígida hubiera descartado, o habría rechazado. El hechizo le obligaba a ser positivo y afirmativo frente a la vida, aun cuando en el fondo, él no lo quisiera, o bien esa no hubiera sido normalmente su actitud. Finalmente su mirada hacia la vida cambió, experimentó el desapego al NO, y comenzó a vivir sin miedos y a decir SÍ, disfrutado del fluir de la vida, aun cuando el hechizo había terminado.
¿Cuántas veces nos ha pasado lo mismo? ¿Cuántas veces hemos querido decirle SÍ a la vida, a alguien, a las risas, a soltarse, a sentir, a llorar, a salir, a dejarse mimar, a mimar, a ser auténtico, a no seguir a la masa, a permitirnos amar, a gritar, al silencio, a disfrutar más, al dinero, a ... lo que sea, y le hemos dicho automáticamente, y ante la duda, ... NO ¡ ?
Es probable que tengamos incorporada la idea de que decir NO, nos protege. O que no nos merecemos decir SI, por alguna "razón" o "creencia" muy oculta que podemos tener en el inconciente, o incluso en el conciente.
Quizás pensemos que decir NO, nos permite quedarnos en lo seguro, en el no riesgo, en el no rídículo. El NO nos deja más tranquilos en nuestras estructuras, nos deja "tomar aire", y nos da tiempo mientras decidimos ... si realmente es un SÍ o un NO. Pero normalmente queda el NO , porque hemos hecho de esa respuesta un culto, una actitud habitual. El NO se convierte en un homenaje al miedo que llevamos dentro, a la seudo seguridad. El NO, dicho de esta manera es un apego al control. Suponemos que el NO "nos cuida". Y suponemos que sn todo caso para los SÍ hay tiempo. Y creo también que al decidir que NO, postergamos decir que SÍ para cuando nos sostengan más "seguridades". Pretendemos controlar la vida y cada AHORA. Suponemos que nunca es tarde para un SÍ, y que todo momento puede ser apto para dejar el NO. Pero decir NO cuando querríamos decir SI (aun sin saberlo) nos perdemos de un AHORA tal como la vida nos los ofrece. Único. Irrepetible.
Las palabras que salen por nuestra boca tienen gran poder. Aun siendo sólo pensadas. El Universo no entiende nuestros "royos" internos, nuestros condicionamientos ni hábitos. No tiene sentido del humor y no entiende los chistes, ni comprende nuestra lógica. Cuando decimos NO, lo entiende como un NO bien sentido y bien expresado. Y eso es lo que nos devuelve: otros NO, en una muy variada gama de envases, claro está.
La expresión NO, es negativa. Cuando es fruto de una elección sostenida en conciencia y amor a uno mismo, o a otro, es claramente aceptable. En cambio, cuando proviene del miedo, del temor a que un SI pueda cambiar la vida y llevarme a lugares que no conozco y no puedo controlar, o no me animo al riesgo que supone, el NO más que una elección es un refugio; una guarida en la que pretendemos escondernos; la casa de mi parte cobarde.
Pero esa dudosamente sea nuestra esencia. Dudosamente podemos realizarnos como seres espirituales en una experiencia humana, si preferimos evitar el riesgo que nos suele proponer un SÍ. Nuestra personalidad podrá decir NO casi como regla; pero nuestra alma esta dispuesta a decir que SÍ la más de las veces. Porque el alma ha venido a experimentar lo que un SI convoca. Porque sabe que un SÍ atrae otro SÍ, y un vida positiva; Porque sabe que un SÍ es un ACEPTO lo que la vida me ofrece; el alma sabe que una vida positiva atrae una vida abundante en todo ámbito.
Un SÍ, nos puede llevar a lo que en esta ilusión que llamamos realidad conocemos como equivocarnos. Pero en verdad nunca nos equivocamos. Pero aun creyendo que la equivocación es real... qué bueno es equivocarse !! porque es un signo de que estamos vivos...de que estamos haciendo honor a esta experiencia humana. De que no nos aferramos a la costa, sino que preferimos fluir por el medio del cause de la vida.
Y porque un SÍ, trae una vida de vibraciones positivas, de esperanzas reiteradas...y porque de esta manera lo expandimos a los demás, y al Universo.
No se si soy de decir siempre SÍ, aunque quisiera poder hacerlo. Pero ahora elijo estar más atento a permitírmelo. Y ahora elijo decirle SÍ, a mucha de las cosas a las que antes le decía que NO. Y de pronto todo comienza a verse distinto. Y observo que quizás ese SI, trae propuestas positivas a mi vida, que a lo mejor, no se vean en un primer momento, pero como lo he aceptado con un corazón en dicha, luego se las puede ir sintiendo y viviendo.
Aprender a decir SÍ desde el corazón, alertas y concientes, es, en parte, ayudarnos a salir de las cárceles en las que solemos vivir; es ayudarnos a ver esos barratotes (sólo mentales, por supuesto), es sacudirnos el miedo que solemos llevar dentro y fuera; es una invitación a vivir en la sabiduría de la incertidumbre, relajados en la voluntad Divina, y sabiendo que nada permanece, y que nada es por casualidad.
La vida invita. Si le decimos NO, quizás no invite más, le cueste invitarnos lo mejor que tiene para ofrecernos, o quizás ya no lo haga tan a menudo. Decirle SÍ, es animarla a que nos de lo mejor. Es hacer que sepa que nos gusta lo mejor, y que nos creemos merecedores de lo mejor. Quizás nos equivoquemos, pero volveremos a tener otra oportunidad, y se nos abrirán seguro senderos para fluir en la abundancia de lo que sea. Equivocarse es el mejor camino para otro SÍ.
Un SI hace del proceso de la vida, una ruta menos sinuosa, más alegre y con más oportunidades de SER.
Que bueno es tener un SÍ más a mano, y dejarnos fluir; permitirnos, y dejar de resistirnos. Un SÍ nos invita confiar en el proceso de la vida.
Te invito...venís?
DONCA